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Primer Congreso Comunal de Educación en Diego de Almagro: Un pequeño paso para democratizar la educación
Daniel Brzovic, Investigador OPECH
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Romper las barreras de la exclusión no es tarea fácil. Pero en la región de Atacama, en la ciudad de Diego de Almagro, no sólo torcieron su segregación geográfica; lograron ser parte de una experiencia inédita de discusión sobre educación que buscó hacer hablar a los verdaderos protagonistas en la materia. El resultado fue una comunidad orgullosa de sí misma, pero pesimista –cómo no- de que sus voces sean escuchadas a la hora de las decisiones. ¿Crónica de la democracia chilena?
Ironías aparte, esperamos ansiosos las réplicas que surjan a lo largo y ancho del país, para así inflar más el pecho del osado Diego de Almagro.
Que antes se llamara Pueblo Hundido, caracteriza en buena parte el peso que soporta la pequeña ciudad de Diego de Almagro. En medio de las desiertas quebradas del noreste de la III región, opacada por la riqueza en decadencia de su vecina El Salvador y, a la vez, azotada por su pobreza estructural, los 12 mil habitantes de este poblado luchan a diario por superar el centralismo de un país que los tiene botados.
Como es de esperar, en materia de educación el panorama no es tan distinto. El municipio, tal como muchos otros, en ocasiones no alcanza a pagar con la subvención ni siquiera el sueldo de los profesores. Las dos escuelas y el liceo de la comuna (en donde, ante la carencia de negocio, el único establecimiento privado es un jardín infantil) se esfuerzan para, con los escasos recursos que tienen, sacar adelante a jóvenes predestinados a la minería de segunda categoría.
Pero no es para desalentarse. Precisamente, ante tanta desventaja, hicieron lo que había que hacer: tomaron el problema entre sus manos y decidieron hacerse cargo. Nada de esperar soluciones del cielo ni rezongar con los brazos cruzados. Y para eso, hicieron un Congreso.
La Génesis
Ya fuera el financiamiento, la exclusión o la calidad, cada uno de los actores educativos tenía un problema entre ceja y ceja. Por ello, los directores de los tres establecimientos, al mismo tiempo que el Colegio de Profesores, propusieron al Concejo Municipal hacer algo, lo que fuera, pero sentarse a pensar sobre educación.
Así, hacia marzo, se decide realizar el Primer Congreso Comunal de Educación de Diego de Almagro. Jaime Mujica, director de la Escuela Aliro Lamas y presidente provincial del Magisterio, comenta que no quisieron escaparse de los grandes temas; en tiempos donde la discusión se desvía hacia la forma (selección y lucro, por ejemplo), se termina por evadir el fondo, negando el matiz ideológico y político de un tema-país.
El formato
La iniciativa partió como algo sencillo. La Comisión Organizadora (presidida por el alcalde y apoyada por el trabajo de unas 100 personas) decidió dividir el congreso en dos jornadas, apuntadas para el 31 de mayo y el 1 de junio. La primera se dejaría a los invitados, expertos y representantes de las diversas instancias educativas del sistema, quienes expondrían y debatirían para entregar los insumos de discusión a los participantes.
La segunda jornada se dedicaría a la participación directa de la comunidad, donde se discutirían los distintos temas –de fondo- escogidos. Divididos en cuatro comisiones, éstos fueron: Rol del Estado, Financiamiento, Calidad y Equidad, y Familia, Valores y Educación.
A medida que pasaban las semanas, el humilde evento fue creciendo en envergadura, hasta lograr convocar a personajes como la ministra Yasna Provoste, quien inauguró el congreso, y panelistas como Jorge Pavez, presidente del Colegio de Profesores; Luis Riveros, ex rector de la Universidad de Chile; y Claudio Arriagada, presidente de la Asociación Chilena de Municipalidades, entre otros.
El desarrollo
El gimnasio del Liceo Manuel Magalhaes Medling fue el único capaz de albergar a los más de 300 asistentes al evento. Había apoderados, alumnos, co-docentes, pero la mayoría la hacían los profesores, no sólo de la comuna, sino que también de distintas localidades de la región, ávidos de participar y empaparse de esta experiencia para así poder replicarla más tarde.
Este público, respetuoso, se dejaba llevar por la formalidad de la primera jornada, donde la palabra la tenían los “expertos”. Preguntaban, opinaban, pero su propio espacio estaba reservado para el día siguiente. Coparon las cuatro comisiones de trabajo, sumando más de 150 participantes, y poco importó que entre ellos se inmiscuyeran dos parlamentarios RN, Baldo Prokurica y René Aedo. Era el turno de los que, está escrito, no toman las decisiones, pero deben acatarlas.
Así, la mañana del viernes 1, cada comisión se dedicó a discutir sus respectivos temas, dirigidos por un presidente/a, un(a) secretario/a y un(a) relator(a) previamente designados, para que –durante la tarde- se expusieran las conclusiones en la plenaria final. Éstas se estamparon en un documento que se haría llegar al Parlamento (vía el diputado PPD, Antonio Leal, amigo del alcalde), para poder aportar al debate aún candente sobre educación.
La evaluación
En varios puntos coincidieron los actores de la comunidad educativa de Diego de Almagro a la hora del balance. Por ejemplo, aunque los panelistas alcanzaran sólo a dar su discurso, ello no alcanzó a sacar ronchas; por el contrario, “yo creo que a la gente la motivaron bastante, que ha salido muy fortalecida de esto”, opinó Isaías Zavala, edil local (y uno de los cuatro alcaldes comunistas del país): “Lo importante es que vinieron a una comuna pequeña, minera, con pocos recursos, que algunos ni siquiera saben donde queda, pero estuvieron aquí y para nosotros es importante escuchar todas las visiones”. Luis Barros, director del liceo, lo refrenda: “la comunidad percibió que la educación es mucho más que la sala de clases”.
Por otra parte, la participación local fue otro punto destacable, en tanto “participaron todos los actores que están involucrados: apoderados, alumnos, co-docentes, directivos, y las fuerzas vivas que es un pueblo”, destaca Ana María Martínez, directora de la escuela Sara Cortés.
Ana Reinoso, jefa de UTP del mismo establecimiento, considera que el congreso fue “un ejemplo para todas las comunas de Chile, porque algo sólo local se fue agrandando hasta ser de gran envergadura, por la cantidad de asistentes y la calidad de los expositores”. No obstante, tampoco olvidan el origen de que se haya empezado a democratizar este debate: “Yo soy una de las que aplaude lo que hicieron los niños el año pasado”, dice Diosa Opazo, apoderada del liceo, “porque a partir de eso empezamos a conocer y nos sentamos a conversar lo que era la educación. (...) Eso son los frutos”.
Reconociendo que, en palabras de Luis Barros, “son pocas las instancias en Chile en que se discuta desde el punto de vista ideológico”, se encuentra otro punto positivo del encuentro. Tal como señala Jaime Mujica, “todos coincidieron, los 6 panelistas, que aquí hay que discutir sobre educación. Se inicia en la comuna de Diego de Almagro, en la región de Atacama, un proceso de discusión”.
Los frutos
La satisfacción, sin embargo, no podía ser completa. A la hora de las críticas, con más o menos ironía, también coincidían en desconfiar de la real relevancia de las conclusiones del congreso. Sin ir más lejos, Julio, estudiante del Magalhaes Medling, no sólo criticaba las políticas de gobierno (“muchos millones de dólares que se tiraban y nada concreto”), sino también su actitud: “Lo veo tan cerrado en su postura que creo que esto no va a llegar, siento que para la comunidad en sí va a ser más importante que para el gobierno o la autoridad.
La presencia de parlamentarios tú crees que es más de... pintura.
De pintura, de pintura...
Así también piensa Luis Barros: “Quienes estamos en el día a día, aquellos que estamos metidos tratando de mejorar la educación, o no somos escuchados por los técnicos del ministerio, o no tenemos canales de participación, o sencillamente los diputados y senadores deciden por todos una ley (...) que finalmente no era la que queríamos los educadores de este país”.
Pero no es el derrotismo el camino apropiado, y ellos lo saben. La organización, por ejemplo, es un elemento fundamental. “Si aquí”, reflexiona Jaime Mujica, “en este desierto, gritamos solos, nadie nos escucha. Pero si gritamos al unísono en todo el país, es posible que la clase política pueda escuchar nuestro gritos y decir ‘sí, hay que hacer un alto, y cambiar el rumbo a lo que educación se refiere’”.
Esta es una de las lecciones que nos deja el Congreso de Diego de Almagro. Si en Chile las decisiones y la palabra son patrimonio de unos pocos, pues es tarea de cada uno romper esa barrera y lograr abrir los espacios para que cada poblador, cada vecino, cada profesor y cada estudiante se haga cargo y tome el problema en sus manos, sin esperar a que otros lo hagan por nosotros.
Por lo mismo, vale la pena hacerse parte de la reflexión de una de las relatoras durante la plenaria final: “No nos sintamos decepcionados o que esto fue en vano. Si esto es acogido, bienvenido sea; si no, pensemos que este es un pequeño y gran paso que estamos dando todos juntos, para que en un futuro, ojalá no muy lejano, podamos tener una educación de calidad. Pienso que es posible y que nunca es tarde para seguir soñando”.