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EL OTRO “CURRÍCULUM” DE LA NUEVA MINISTRA DE EDUCACIÓN
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A la prensa le encanta hacer “perfiles” de cada nuevo personaje del mundillo político. A la llegada de Mónica Jiménez, le han reporteado cada uno de sus despidos (respuesta inequívoca al escándalo de subvenciones) y hasta la orean que se retira del ministerio. Pero lo que olvidaron anotar fueron las polémicas, esas que algo más nos dicen sobre la sucesora de Provoste.
Cada día Mónica Jiménez da un paso que disgusta a las organizaciones de base del mundo educativo. La última, la creación de un consejo de “superexpertos” – como los calificó La Segunda – que está compuesto nada menos que por algunos de los arquitectos del sistema actual (J. J. Brunner, Mariana Aylwin) así como por férreos defensores del sistema mercantil en educación (Harald Beyer, Patricia Matte), cuya tarea será “sacar adelante” el proyecto de ley para reemplazar a la LOCE.
(Las críticas al nuevo panel en www.lanacion.cl/.../20080428214736.html).
En la dirección contraria a la exigida por estudiantes, profesores y padres partió la nueva ministra, quienes exigían que las transformaciones en educación pasaran por toda la sociedad y no por unos pocos técnicos y lobbistas. Súmese su anuncio de que pasará dos días de la semana en el Congreso, intentando destrabar con los parlamentarios la aprobación de la LGE. ¿Y si mejor pasara por las salas de los colegios municipales a conversar con los docentes y apoderados, o las asambleas de los secundarios a ver qué opinan ellos?
Así, alabada por la prensa por su “experiencia en gestión” y priorizando las tareas “internas” ("el trabajo hacia fuera va a ser el justo y necesario", se encargó de aclarar, y lo refrendó el jueves pasado callando frente a las demandas estudiantiles), pocos medios apuntaron la polvareda que Jiménez, saliente rectora de la Universidad Católica de Temuco, levantó en la sureña ciudad.
Inmediatamente tras su nombramiento (el 17 de abril), los estudiantes de dicha casa de estudios realizaron una marcha hasta rectoría para manifestar su rechazo por la expulsión – tan sólo unos días atrás – de 26 alumnos, algunos sujetos a amedrentamientos y persecuciones políticas; esto cuando aún ejercía como rectora Jiménez.
Wladimir Araya, uno de los afectados, describió a la prensa su situación: “En la universidad, si no apruebas cierta cantidad de créditos, ingresas a un causal de eliminación, donde se supone puedes apelar, pero no se me permitió. Además, me sumariaron por participar en una toma, y a la comisión que analizó el hecho se designó autoritariamente un estudiante para representarnos sin que pudiéramos escogerlo. El lunes nos dijeron que estábamos fuera”.
A lo anterior, agregó que “cuando me llamaron a declarar por el sumario, me interrogó un fiscal de la universidad, a puerta cerrada, no había nadie más. Me mostró un cuadro de fotos y me dijeron que delatara a mis compañeros que participaron en la toma. Yo no lo acepté, porque no es un debido proceso”.
Aparte de rechazar estas medidas y procedimientos, los estudiantes, agrupados en el Consejo de Presidentes de Carrera (en reemplazo de la desarmada federación), exigieron el reingreso de sus compañeros y su participación e información en este tipo de decisiones.
Respecto de la nueva ministra, acusan: “nuestra rectora pudo hacer mucho, pero no hizo nada”. Quizá porque se trate de una política institucional, como acusa el estudiante de Antropología Cristian Martínez en el sitio web tiroalblanco.cl.
Relata que, tras la huelga de hambre de los comuneros mapuche y la movilización pingüina, ambos durante 2006, “muchos compañeros se han retirado [de la UCT] a causa de la severa represión institucional. Algunos profesores y funcionarios a quienes denunciamos las irregularidades se les ha expulsado o bajado el perfil, como dicen”, acusa Martínez en su texto.
La ministra y el lucro
Aparte de las ronchas por su gestión en Temuco, la propia Mónica Jiménez ya ha dado algunas luces de su perfil. Cercana a la DC y la Iglesia Católica, parte de su currículum es descrito por ella misma: “Llevo muchos años en esto: trabajando por más de 30 años en la Universidad Católica en diferentes cargos; creé una corporación que trabaja con liceos en sectores populares de Santiago; he sido sostenedora de colegios; he estado a cargo de la formación de profesores y entremedio hice trabajo de educación ciudadana en torno al plebiscito”, declaró a La Segunda.
En efecto, a través de la Corporación Participa, se hizo cargo del Colegio Polivante de La Pintana en 1998, el que cuatro años después fue traspasado a la Corporación Aprender, creada justamente para administrar el establecimiento (al que hoy se suman dos más bajo su alero). En dichas corporaciones participa junto a personeros de la talla de Sergio Molina, ministro de Hacienda del gobierno de Frei Montalva y actual vicepresidente del Banco del Desarrollo, y Mariana Aylwin, ex ministra de Educación de Ricardo Lagos y sostenedora a través de diversas corporaciones.
Jiménez también formó parte del Consejo Asesor Presidencial de Educación Superior, en cuyo informe final se atestigua la votación de la nueva ministra a favor del lucro en las instituciones de educación superior.
Además, acaba de nombrar como Jefa de la División de Educación General – en reemplazo de Mónica Luna – a Rosita Puga, directora académica de la Corporación Belén Educa, del Arzobispado de Santiago, administradora de varios colegios y en plena expansión.
Pero una frase para el bronce quedó registrada en los comentarios del sitio web de La Nación. Criticando el currículum de la ministra, Paul Saintard dice: “…lo más negativo es lo que dijo hoy a una radio. Cito: ‘Como ahora hay recursos para educación, ya no se justifica que los sostenedores se tienten con fraudes’. ¿Antes se justificaba?”, se pregunta con suma pertinencia el lector.
Este cúmulo de datos nos arroja algunas luces sobre qué esperar de la nueva cabecilla del Mineduc: vínculo directo con los sostenedores privados, fomento del lucro en el sistema educativo, nulo diálogo con los actores sociales… ¿Algo nuevo bajo el sol? Usted juzgue.
Daniel Brzovic G.
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