SÍ, ES POSIBLE UNA EDUCACIÓN MUNICIPAL
DE CALIDAD
Por Santiago Aranzaes Hernández
Director de Educación de la Corporación Municipal de la
Comuna de Cerro Navia
Desde la perspectiva de la administración educativa
municipal, los diagnósticos sobre esta educación deben triangularse
con la experiencia empírica cotidiana. Los DAEM o las Corporaciones
Municipales están de acuerdo con casi todos los síntomas
que MINEDUC y los expertos de la educación advierten en el sistema
escolar chileno. Sin embargo, desde la práctica no se puede estar
de acuerdo con el origen o la causa de esos síntomas, y menos aún
con el tratamiento que se propone.
Al analizar la administración municipal nos encontramos
con segregación educativa, apatía docente, escasez de liderazgo
directivo, financiamiento deficitario y doble dependencia que diferencia
lo administrativo y lo técnico. A lo anterior se agrega una importante
diversidad en términos de población, número de establecimientos,
nivel socioeconómico de los alumnos, área geográfica
e ingresos financieros del municipio. Aún cuando lo más
relevante de esta heterogeneidad, radica en la importancia que la autoridad
local le otorgue a la educación pública y la calidad técnica
del equipo profesional que conduce.
El origen de estos síntomas nace con la fundación
autoritaria del proceso de municipalización y con la disminución
radical del financiamiento y no por la capacidad de gestión de
los municipios. Dicho de otro modo, el proceso de deterioro de la calidad
del servicio público no se debe a la mala gestión, sino
a una opción política y administrativa que surgió
en un contexto no democrático, donde los actores educativos no
tuvieron ninguna participación.
Fortalecer el sistema de educación pública
es, hasta el momento, el único mecanismo probado que las sociedades
desarrolladas utilizan para asegurar programas estratégicos nacionales
de corto, mediano y largo plazo. Por el contrario, si nuestro país
sigue obnubilado por el modelo de la empresa privada, la educación
podría llegar a ser rentable financieramente, pero ello no asegura
mecánicamente un aumento de la calidad. De hecho, salvo excepciones,
los estándares de calidad tanto de la educación pública
como de la privada se han deteriorado ostensiblemente en las últimas
décadas, situación que constata una reciente evaluación
internacional. Sin embargo, mediáticamente la educación
municipalizada carga con la responsabilidad de este deterioro, estigmatizándosela
en relación a la particular subvencionada y particular privada.
Aunque la Educación Municipal compite en desigualdad
de condiciones con las otras, debido a razones vinculadas a un limitado
financiamiento, a una normativa que limita sus facultades de decisión
y a un tipo de estudiantes que requieren una atención preferencial,
sus resultados no muestran una diferencia significativa. Por tanto, no
podemos tener mejor gestión municipal y una oferta de calidad cuando
se ha limitado desde su origen, permanentemente, el ámbito de responsabilidad
y los recursos económicos a este sector.
Para mejorar la calidad de la educación nacional,
la autoridad ha desarrollado una enorme variedad de programas de mejoramiento
educativo, con un escaso impacto debido a la fragmentación de las
iniciativas. Es así como, la gran cantidad de recursos humanos
y financieros que ha invertido el Estado en programas de perfeccionamiento
y asistencia técnica, no se condicen con los resultados obtenidos.
Existe evidencia para señalar que buena parte de los programas
ministeriales han estado muy por debajo de las expectativas generadas.
Desde la práctica, podemos señalar que
la solución pasa porque la autoridad y la sociedad en su conjunto,
manifiesten su voluntad concreta de confiar y fortalecer el rol de la
educación pública. La estimulación a instituciones
privadas que reemplacen la asistencia técnica que debe realizar
MINEDUC, proponer que entidades supracomunales administren las escuelas
municipalizadas, forzar la aprobación de un sistema de subvención
diferenciada que generará más segregación educativa,
son evidencias claras de la desconfianza que, desde la autoridad se tiene,
al sistema de educación municipalizada, especialmente cuando los
actores municipales no participan directamente en el debate de estas iniciativas.
Algunos sectores señalan que una institución
privada instalada en sectores de pobreza obtiene mejores resultados que
una escuela municipalizada, pero se olvida que estas instituciones llegan
a estas comunas pobres con una gran capacidad de recursos, apoyadas permanentemente
por instituciones filantrópicas o privadas. Si el Estado otorgara
los mismos recursos a las escuelas municipales, sería aceptable
la comparación.
Mientras la autoridad no tenga la firme voluntad de entregar
los recursos financieros y legales al sistema municipal y ello no se realice
a través de la coordinación integral de una Dirección
de Educación que cuente con facultades para intervenir administrativa
y pedagógicamente en los establecimientos escolares, no será
posible revertir el proceso de deterioro de la calidad de la educación
en nuestro país.
Observatorio Chileno de Políticas Educativas
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