De nuevo, pareciera que todos los males del sistema
educativo chileno son de absoluta responsabilidad del Magisterio. ¡Que
Dios nos pille confesados!.
¿Los profesores en el ojo del Huracán
o el Huracán sólo azota a los profesores?
Hasta
el momento no hemos escuchado propuestas que planteen una evaluación
en todos los niveles. Es decir, nadie ha puesto en el debate que los jefes
de las Unidades Técnicas Pedagógicas de los establecimientos
educacionales (que en su mayoría son de la confianza del Director)
puedan ser evaluados. Nadie tampoco dice nada sobre la evaluación
de los cargos de dirección. ¿O será que a los directores
de escuela sólo habrá que evaluarlos en términos
de cantidad de matrículas que logran tener cada año?, ¿o
evaluarlos en función a cuán ordenados tengamos las cuentas
al interior del centro educativo?. Si eso es así, contratemos gerentes
financieros y/o publicistas, que logren construir estrategias atractivas
para los posibles “clientes” que se encuentran en el mercado.
¿quién hoy plantea evaluar los jefes municipales encargados
de la educación?. Perdón y para que nadie se sienta. ¿Y
los supervisores y técnicos del ministerio, no pueden ser evaluados?.
Hasta el día de hoy no hemos escuchado nada acerca de un mal desempeño
de algunos de estos funcionarios. Para terminar con la cadena, las máximas
autoridades ministeriales, suponemos que no necesitan ser evaluadas. ¿Sería
pedir demasiado?.
El huracán tampoco moja a los formadores de profesores,
es decir a las universidades. Algunas de éstas se encuentran certificando
títulos de profesores, en lo que se denomina “formación
de profesores a distancia” La OCDE en su informe destacó
que estos programas “pueden minar o actuar en forma contraria a
los esfuerzos buscados”. Pero el ojo del Huracán sólo
azota a los profesores. No visualiza mejores sueldos, mejores condiciones
laborales, menos horas delante de una clase y más horas pensando
su trabajo, mayor supervisión (no de asistencia por alumnos, sino
pedagógica), no valora ni garantiza la profesión docente,
de la cuál deberíamos estar orgullosos.
Son otros los sujetos que ayudan y tienden la mano para
soportar el chaparrón. En la encuesta que realiza el INJUV, los
jóvenes declararon en segunda opción –la primera fueron
sus padres- confiar más en sus profesores. Otro estudio realizado
por CIDE indica que los apoderados confían mucho más en
los profesores, que en los directores de escuelas. Pero ni los jóvenes
, ni los apoderados cuentan, ellos no valen. Ellos son -parecieran ser-
sólo ciudadanos.
En Estados Unidos el Huracán Katrina no demostró
solamente lo vulnerable que eran las murallas de la ciudad para soportar
un fenómeno de esa naturaleza. Demostró, también,
todo lo indolente que fueron sus autoridades con los pesares de la población
más pobre, mientras planificaba sus negocios de “reconstrucción”.
Por último demostró que pese a que los expertos señalaron
lo que iba a suceder no se tomaron las medidas necesarias. La autoridad
máxima hizo oído sordo. Ojalá que nuestras nuevas
autoridades no se les parezcan.
Observatorio Chileno de Políticas Educativas
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