Los desafíos del MINEDUC cara al bicentenario:
La gran revolución en la educación, que
en la noche de la primera vuelta anunció la entonces candidata
a la presidencia Michelle Bachelet, debe concretarse. Por cierto que la
mayoría de este país espera un gran cambio en la calidad
de la educación, sobre todo los sectores más postergados.
Para lo anterior requerimos consensuar un diagnóstico
sobre la educación chilena que dé cuenta de los problemas
centrales que esta tiene. Nadie duda del aporte significativo en infraestructura
que se ha realizado en esta última década, de los logros
en cobertura qué tiene la educación básica y media,
de la expansión de la matrícula superior y universitaria,
de la mejora progresiva de los sueldos a los profesores – aunque
digámoslo también, sólo el año 1999 se lograron
equiparar esos salarios a los del año 1973-. Nadie puede negar
lo importante que era el cambio curricular en los programas de estudio,
o lo positivo de realizar algunos de los programas focalizados.
Sin embargo, del otro lado de la moneda también
debemos consensuar algunos elementos: el excesivo número de alumnos
por clase perjudica más, a los más pobres; existe una excesiva
desigualdad en el acceso a la educación pre-escolar -esto último
es clave para lograr una mayor equidad en los logros de aprendizaje en
los niveles superiores, y que además, es lo que está midiendo
el SIMCE-; la enseñanza media en los sectores de menores recursos
está excesivamente orientada a lo técnico-profesional; el
claro sesgo de una educación orientada hacia el mercado se expresa
en que entre el año 1990 y 2005 se han abierto unos 1600 colegios
particulares subvencionados y se han cerrado más de 190 establecimientos
municipales. Ver más sobre este tema.
No es menor que el informe de la OCDE del año 2004 concluya “la
educación chilena está influenciada por una ideología
que da una importancia indebida a los mecanismos de mercado”, una
señal más de la clara segmentación escolar que produce
y reproduce el sistema educacional, institucionalizada por la ley LOCE
promulgada la noche anterior de la recuperación de la democracia.
Recientemente hemos escuchado, desde el propio MINEDUC,
invitando a un gran debate público acerca del rumbo que deben tomar
las políticas educacionales en nuestro país. Ciertamente
saludamos esta iniciativa.
Esperamos sinceramente que este debate sea abierto, sin
exclusiones. Es el anhelo que todos los actores reales (profesores, alumnos,
padres, académicos e investigadores, técnicos y profesionales
de las ciencias de la educación) tienen. De esa manera también
se estará contribuyendo al fortalecimiento de los valores democráticos
y la participación que refuerza una escuela ciudadana y no aquella
que está supeditada a estándares.
Observatorio Chileno de Políticas Educativas |